Ser sensibles no nos hace ser debil.

A veces escuchamos decir de otras personas "Tú si eres llorona" juzgamos sin saber que esa es nuestra forma de desahogar lo que sentimos o lo que nos mantiene el pecho un poco apretado. Nosotras las mujeres podemos ser sensibles en ciertos momentos de nuestra vida, unas mostramos sensibilidad muchas veces al mes, y es que tenemos diferentes tipos de mostrar nuestra sensibilidad, muchas lloramos, otras nos amargamos o incluso no paramos de reír y es que el hecho de ser sensibles no nos hace más débiles simplemente es la forma de hacer que nuestro cuerpo libere esa sensación que a veces la vemos extraña en nosotras pero se siente rico al liberarte de ella.  

La sensibilidad en nuestra manera de comportarnos, comprender y comunicarnos no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Esta afirmación es contraria a lo que parece sostenerse en el pensamiento de muchas personas que entienden que los sentimientos nos hacen vulnerables.

Las emociones, los sentimientos y las sensaciones han sido castigadas a lo largo de nuestra historia en numerosas ocasiones. Por ello, no es extraño que la sociedad piense que sentir nos hace menos eficaces, fuertes y capaces a la hora de tomar decisiones y caminar por la vida.

Mostrarnos sensibles y hacer ver a los demás que no somos piedras significa expresarnos seguros, abiertos, relajados, entusiasmados y proclives al aprendizaje, la comprensión y la madurez. La sensibilidad no es algo de lo que tenemos que avergonzarnos.


Es difícil hablar desde la sensibilidad pero merece la pena intentarlo. Resulta muy beneficioso madurar dentro de una sociedad competitiva y desaprender que aquello que nos hace fuertes se perciba como vulnerable.

Como ya sabemos, criticar, ridiculizar o ignorar lo que nos molesta solo conlleva una escalada de tensión que genera conflictos difíciles de resolver. Por eso, esa lección que nos imparte la sociedad de no mostrarnos sensibles solo puede ser útil en algunas circunstancias, pero no en el común de los casos.

Atacar en vez de revelar sentimientos y sensaciones es un error que podemos pagar muy caro. Sabiendo esto debe quedarnos claro que la sensibilidad es un don que merece ser potenciado, porque vivir “desde el corazón” es lo que nos hace especiales y auténticos.


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